jueves, 11 de abril de 2013


  LA CABRA Y LOS SIETE LOBITOS.

 

Había una vez, en el claro bosque muy lejano, una casa pequeña pero muy desordenada.

A diferencia de lo que podría pensarse, en aquella casa no vivían ni enanitos, ni leñadores, ni princesas encantadas.

¡No! Quienes vivían en aquella casa eran siete rabiosos y feos lobitos junto con su mamá.

Esa mañana era una muy triste porque no había comida... tampoco había leña en el horno, solamente había ocho tazas de leche sobre la mesa.

La madre preocupada decidió ir al mercado, cuando estaba saliendo de casa vio a la vecina loba y le dijo con cautela...

-         No salgas de casa hay una cabra hambrienta rondando por el bosque...

La madre se dio la vuelta y volvió a casa y le advirtió a sus hijos muy preocupada:

-¡Cuidado con la cabra!- les dijo mamá loba-.

Con tal de comer, ella es muy egoísta es capaz de hacer cualquier cosa...

Los lobitos contestaron:

-         Sí, mamá, tendremos cuidado con la cabra.

La mañana siguiente, mamá loba tuvo que ir al mercado. Y una vez más advirtió a sus lobitos:

-¡Cuidado con la cabra!-

-Vete tranquila, mamá – dijeron casi a coro los siete lobitos

-No les abráis la puerta a nadie mientras yo esté fuera... –Insistió la madre.
 
-   Vete tranquila, mamá – repitieron los siete lobitos.

Cuando mamá loba se fue los lobitos empezaron a corretear  y jugar por toda la casa.

No había pasado mucho tiempo cuando unos golpes interrumpieron los juegos de los lobitos:

-         ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

El lobito mayor se acerco a la puerta y preguntó:

-¿Quién es?

-¡Abrid! ¡Abrid! Soy vuestra mamá...

-         No puede ser ¡... Tu voz es dulce y tierna y la voz de mamá es ronca y desagradable...

Y, por su puesto el lobito mayor no abrió la puerta.

La cabra volvió caminando a la vez que pensando como poder hacer su voz más ronca y desagradable.

Una vez que estuvo en su guarida, el tierno animal se preparó un vaso de anís para hacer que la voz se le quedara ronca.

-Ahora si que los engañare- tartamudeó la cabra.
 
Y se marchó otra vez rumbo a casa de los lobitos.
 
Los lobitos estaban jugando cuando de nuevo se oyó en la puerta:

-¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

  El menor de los lobitos fue el primero en preguntar:

-         ¿Quién es?

-         Soy vuestra mamá... – Contestó la cabra con una voz muy ronca y desagradable -. ¡Abridme, queridos! ¡Abridme, que vengo muy cargada del mercado!

Uno de los siete lobitos  le dijo a la cabra:

-Enséñanos la mano por debajo de la puerta...

La cabra pasó la mano por debajo de la puerta

-         ¡No es mamá! Afirmó uno. Tu tienes las manos blancas y suaves y mamá tienes las uñas largas y las manos peludas.... ¡Vete y no vuelvas! Gritaron todos los lobitos.

Tras otro fracaso la cabra volvió a su guarida mientras pensaba como poder tener las manos peludas, grises...

La cabra se puso las manos a la obra.... Se pintó las manos de gris y se pego picos de rosas como uñas.

Y de nuevo se fue hacia la casa de los lobitos.

-¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!- Volvió a oírse en la puerta- ¡Abridme, queridos soy vuestra madre!

-Pasa tu mano por debajo de la puerta-Dijeron a coro los lobitos.

Solamente ver la mano peluda con las uñas largas el lobito abrió la puerta... Al ver que era la cabra,  todos salieron corriendo, todos salieron de la casa excepto el más pequeño que se escondió debajo de la cama...

Cuando el lobito oyó a la cabra llorando salió de su escondite y le pregunto:

-¿Qué te pasa?

La cabra triste contestó:

-Yo solo quería pedirles comida por que no me gusta la hierba y pensé que quizás me darían un poco de pan.

El lobito se fue corriendo a la cocina y le preparó una taza de leche y  pan crujiente.

Justo cuando la cabra empezó a comer llego la mamá loba  y cuando vio a la cabra se preocupó mucho, pero el lobito pequeño le explicó todo lo que había pasado y desde ese día la cabra fue todos los días a desayunar con la familia.

                                                                                                                        Paola

                          FIN.

0 comentarios: