jueves, 11 de abril de 2013


RoCaperucita Negra.

ÉRASE UNA VEZ UN LOBO MUY BUENO QUE SE LLAMABA RODOLFO POR LA PIEL MARRÓN QUE TENIA QUE SE LA HABÍA DADO LA VIDA.

UN DÍA SU MADRE LE DIJO:

-          HE PREPARADO ESTOS PASTELES Y ESTE TARRO DE MERMELADA PARA TU ABUELITA, LA POBRE ESTÁ ENFERMA EN LA CAMA.

SE LO LLEVARAS EN UNA CESTA. Y EL LOBO, QUE ES MUY CARIÑOSO Y OBEDIENTE, COGIÓ LA CESTA Y SALIÓ HACIA LA CASA DE LA ABUELITA.

LA ABUELITA VIVÍA AL OTRO LADO DEL BOSQUE. EL LOBO SE ENCONTRÓ POR EL CAMINO CON UNA NIÑA LLAMADA CAPERUCITA NEGRA, MÁS HAMBRIENTA QUE NUNCA.

-¿CÓMO TE LLAMAS Y ADONDE VAS, PEQUEÑO?

- SOY EL LOBO Y VOY A VER A MI ABUELITA ENFERMA, QUE VIVE JUNTO AL MOLINO VIEJO.

EL LOBO ECHÓ A CORRER POR EL CAMINO MÁS CORTO Y ENSEGUIDA LLEGÓ A CASA DE LA ABUELA.

-SOY EL LOBO - DIJO CAPERUCITA DESDE LA PUERTA

CAMBIANDO LA VOZ -, TE TRAIGO UNOS PASTELES.

-ENTRA, QUERIDA NIETA – CONTESTÓ ELLA.

LA MALVADA CAPERUCITA SE ABALANZÓ SOBRE LA VIEJECITA Y SE LA COMIÓ DE UN BOCADO. POCO DESPUÉS LLEGÓ EL LOBO A LA CASA Y LLAMO A LA PUERTA.

-¿QUIÉN ES? –DIJO CAPERUCITA.

-SOY EL LOBO Y TE TRAIGO UNOS PASTELES Y MERMELADA.

¡PERO QUÉ RONCA ESTÁS!

-NO HAGAS CASO, PEQUEÑO,

ES EL REFRIADO QUE TENGO.

PASA Y CIERRA.

EL LOBO SE METIÓ EN LA CAMA

PARA DAR CALOR A SU ABUELITA,

Y AL VERLA TAN CERCA EXCLAMÓ:

-¡ABUELITA, QUÉ BRAZOS TAN GRANDES TIENES!

-ES PARA ABRAZARTE MEJOR –RESPONDIÓ CAPERUCITA.

-PERO ABUELITA, ¡QUE OREJAS TAN GRANDES TIENES!

-SON PARA OÍRTE MEJOR, PEQUEÑO.

¿Y ESOS ENORMES DIENTES? –DIJO ASUSTADO.

-¡SON PARA COMERTE MEJOR!

Y LA FEROZ NIÑA SE ARROJÓ SOBRE EL ANIMAL PARA COMÉRSELO.

EL LOBO, MUERTO DE MIEDO, PIDIÓ SOCORRO.

POR SUERTE, UNOS LAYADORES OYERON LOS GRITOS

Y MATARON A LA TERRIBLE CAPERUCITA NEGRA.

DESDE ESE DÍA, EL LOBO ADVERTÍA A SUS AMIGOS

SOBRE LAS MALAS COMPAÑÍAS, COMO LA DE LA NIÑA.

                                                                                          Alejandra Pérez Rodríguez.


Había una vez un lobo chiquitito que vivía un bosque. En ese bosque vivía también una niña mala a la que su madre le había hecho una capa roja, por lo que todos la llamaban así, Caperucita Roja.

Un día, la madre de Lobito le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí Caperucita.

Lobito recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. Tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...

De repente vio a Caperucita, una niña pequeña, que parecía inofensiva, delante de él.

- ¿A dónde vas, lobo bonito?- le preguntó ella con una voz dulce

- A casa de mi Abuelita- le dijo Lobito.

- No está lejos- pensó Caperucita para sí, dándose media vuelta.

Lobito puso su cesta en la hierba y se entretuvo oliendo flores: - Caperucita se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.

Mientras tanto, Caperucita se fue a casa de la Abuelita, raspó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Lobito. Un zorro que pasaba por allí había observado la llegada de Caperucita.

Caperucita pegó y robó joyas a la Abuelita. Luego, se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Lobito llegó enseguida, todo contento.

Lobito se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.

- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más pequeños tienes!

- Son para verte mejor- dijo caperucita tratando de imitar la voz  lobuna de la abuela.

- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más pequeñas tienes!

- Son para oírte mejor- siguió diciendo ella.

- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!

- Son para... ¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, la malvada Caperucita se abalanzó sobre Lobito y lo encerró en el mismo armario en el que había metido a la abuelita.

Mientras tanto, el zorro se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones de Caperucita, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita del Lobo. Pidió ayuda a unos amigos y los juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y a Caperucita tumbada en la cama, dormida de tan cansada que estaba.

El zorro cogió un trozo de cinta y lo pegó en la boca de Caperucita. A continuación, sacaron a  la Abuelita y Lobito del armario.

Para castigar a la mala Caperucita, el zorro la colgó de un árbol. Cuando despertó de su pesado sueño, se vio colgada del árbol, y a los animales riendo. Gritó y gritó, pero nadie le hizo caso y allí se quedó.

En cuanto a Lobito y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Lobito había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

FIN

Omar


Lucía Cas Afonso
 

LOS TRES LOBITOS

(Los tres cerditos)

 
       Érase una vez tres lobitos hermanos que querían construir sus propias casas. El primero, como sólo quería jugar al fútbol, construyó su casita de paja en muy poco tiempo. El segundo, como sólo quería tocar la guitarra, construyó su casita de madera y tuvo que trabajar un poco más que su hermano. Y el tercero, como era muy trabajador, construyó una casa de bloques de cemento muy fuerte y bonita, y éste fue el que más tardó.

 
       Un día, el cerdo feroz estaba hambriento. Encontró la casa de paja donde vivía el primer lobito. Entonces comenzó a soplar con sus potentes pulmones hasta que la derribó. El lobito, muy asustado, corrió a refugiarse a la casa de madera de su hermano. El cerdo feroz persiguió al lobito, llegó a la casa de madera y comenzó a soplar hasta que la derribó. Entonces los dos lobitos fueron corriendo a la casa de bloque de su hermano. El cerdo feroz persiguió a los dos lobitos y llegó hasta la casa de bloque. Sopló, sopló, sopló… pero no consiguió derribarla. Los tres lobitos estaban salvados. Pero el cerdo, muy enfadado, no se rendía. Subió a la chimenea, bajó por el hueco y al llegar se quemó el trasero. Saltó tan alto dando un gran chillido que desapareció para siempre.

 
       Desde aquella triste historia los lobitos más perezosos decidieron construir sus casitas de cemento, aunque tuviera que llevarles más tiempo y esfuerzo.

Una Blancanieves un poco malvada


Cuenta la historia que en un país muy lejano vivía una chica llamada Blancanieves. Ésta es malvada y muy celosa, vivía con su madrastra que es todo lo contrario a ella.

Blancanieves al estar acostumbrada a verse como la buena se repetía constantemente:

-        Porque han cambiado los papeles, ya no soy la más hermosa.

Ella se encontraba supertriste  ahora que  no era la más hermosa del pueblo, ahora era una de las malas.

En cambio la madrastra se repetía una y otra vez:

-        Por fin soy yo la buena y la más hermosa del cuento.

Ella se encontraba  superbien, siempre ha querido ser la buena, por fin lo consiguió.

Pero un día Blancanieves se hartó de ser la mala y empezó unos planes para que la madrastra muriera y ella volviera a ser la buena y la guapa del pueblo.

El día 27 de febrero Blancanieves ya había acabado sus planes y estaba lista para cumplirlo:

1º trampa: La típica: excavar un agujero y taparlo con ramas.

-        Este seguro que funciona todo el mundo cae en esta trampa, nunca mejor dicho.

Decía Blancanieves, pero la Madrastra paso de largo y Blancanieves histérica se preguntaba:

-        ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no ha caído en la trampa? Bueno todavía quedan dos trampas más para que se vaya.

Los otros dos planes también habían fallado. En el  último plan la madrastra se paró y le preguntó a Blancanieves:


-        ¿Por qué no quieres que sea buena? ¿Por qué no me dejas disfrutar de este momento?

  Blancanieves triste le contesto:

-        Yo estoy  acostumbrada a ser la buena y me siento triste de no ser la más hermosa sino una de las feas.

-        Ya sabes por lo que paso yo día tras día sabiendo que tú eres la más guapa y yo sea la fea.

Contesto la madrastra.

-        Gracias te voy a dejar disfrutar de este momento.

Y así la madrastra y Blancanieves se hicieron muy amigas y Blancanieves dejo disfrutar a la madrastra el momento que le dieron.
De: Estefanía García Hernández 6ºB  



Los tres cerditos-Los cerditos cobardes

Erase una vez, una señora cerdito, que tenía dos hijos, la señora cerdito trabajaba mucho, pero tenía un problema, sus hijos eran muy cobardes y siempre tenía que dejarlos con una niñera, pero los cerditos crecieron, y la cosa seguía igual.

Hasta que un día la señora cerdito muy cansada le dijo  sus hijos que ya eran grandes y que se tenían que ir de casa, incluso le presentaba a chicas cerditas, pero ellos se sentían tan bien en casa  que no querían conocerlas. Los cerditos le dijeron a su madre que ellos tenían tanto miedo, y sobre todo por el lobo. Pero lo que ellos no sabían era que el lobo no comía cerditos, el lobo era vegetariano y solo comía verduras y que se pasaba el día tumbado al sol junto a la colina.

Pero aunque la mama cerdito se lo explicaba a sus hijos, ellos seguían igual, y así pasaba el tiempo. Hasta que un día la señora cerdito decidió que la que se marchaba era ella. Así que dejo la casa a sus hijos cerditos y se fue ella a vivir a otro barrio, pero a pesar de que sus hijos ya eran mayores, se mudaron con ella, así que la mama cerdito no tuvo más remedio que aceptarlos pues le daba mucha pena que sus hijos fueran tan cobardes.                                   

Ancor


EL LOBO Y LOS TRES CERDITOS.

Erase una vez un lobo muy tranquilo que vivía solo pero tenía muchos amigos. Por donde él vivía habían tres cerditos que siempre le estaban fastidiando. Un día al llegar a la casa vio al los tres cerditos huyendo mientras la casa del lobo se caía al suelo. Por allí no había ninguna tormenta, así que se dio cuenta de que se la habían tirado los cerditos. Al día siguiente paso lo mismo y al otro, y al otro, y al otro……..

Entonces al lobo se le ocurrió la idea de hacer una casa de paja que no la podrían tirar pero se equivocó porque si se la tiraron. Por eso, entonces, luego construye una de madera que esa ya es imposible de tirar pero los cerditos pudieron con la casa. El lobo sin saber lo que hacer, hizo la casa de ladrillos. El lobo estaba dentro de la casa cuando llegaron los tres cerditos a tirársela, estaban soplando pero la casa seguía en pie. Entonces el lobo vio a los cerditos subiendo al tejado para meterse por la chimenea e intentar votársela. Dentro el lobo encendió la chimenea, puso un gran caldero de agua caliente encima del fuego y cuando los cerditos bajaron se quemaron, salieron huyendo y el lobo fue feliz con su casa de ladrillos que nadie podía tirar.

AUTOR: ALBERTO GLEZ PÉREZ.


El Hada Azul

Había un hada en un pueblito llamado Hadalandia, con muchas hadas que vivían en paz, contentas…

Pero un día vino a la vida una nueva hada de color azul. Ningún hada no quería a esa hada porque no era del mismo color.

Todas las hadas la recibían muy mal, la pequeña hada se sentía mal porque desde que nació ya la estaban insultando por el color.

Meses después, todavía, seguían insultándola y echándola del reino de las hadas. El hadita aprendió a hablar y les dijo a todos lo que pensaba de cómo la trataban. El hada soltó todo pero no le hacían caso.

Semanas después, todas las hadas se pusieron de acuerdo para decirle lo siento por tratarla mal porque todos somos iguales y nadie es mejor que nadie.

Cuando le llamaron, el hadita salió y se puso a llorar de emoción. No sabía qué hacer de la emoción. Ella les perdonó a todos, pero no fue porque el hada se lo dijo, fue porque unos a otros se dieron cuenta lo valiosa que era esa hadita. Entonces el hada pequeña y todas las hadas pudieron vivir tranquilas.

Pero eso no fue todo, el día de la elección de la reina de su reino.

Ese día había llegado la pequeña hada que se había presentado a la elección de la reina pero los jurados dijeron que era muy pequeña. Un jurado le dijo que no importa la altura si no la belleza por dentro y los jurados vieron la razón del otro jurado;  al final de todo la dejaron concursar. Cuando ya estaban a punto de anunciar a la reina, el hada les dijo unas palabras a las demás hadas – me da igual quien gane, yo no quiero ganar, si gano, gano, pero no vengo a ganar, vengo a divertirme y a hacer amigos, ya sabéis que quien gane seguiré siendo su amiga-.

Cuando ya la habían elegido empezaron a sacar las flores y las bandas y dijeron todos juntos – Y la ganadora es (sonando redoble de tambores) el ¡hadita azul! El hadita toda contenta, llorando, emocionada… le dijo a todo el mundo –muchísimas gracias por elegirme pero mis compañeras estaban mucho mejor- las compañeras que se presentaron les dieron la felicidades. Años después el hada ya tenía 5 años y tenía muchas amigas. Nunca volvió a pasar eso.

 Yanira Ravelo.


Caperucita roja.

Erase una vez  un lobo  que vivía en su casa con su hermana mayor. Para el lobo, la hermana era como su madre. Un día, la hermana del lobo necesitaba papas, lechuga y dulces. El lobo decidió ir él a comprar, aunque tuviera mucho miedo de salir de casa sin su hermana mayor. Al fin, el lobo salió a comprar.

En una cueva muy oscura, vivía una bruja muy mala que quería comer a todos los seres de la naturaleza.

El lobo asustado salió de su casa hacia el mercado. Por el camino, el lobo se encontró a la bruja mala, Caperuza. El lobo asustado intentó huir pero, le cogió y le hizo creer que ella era buena:

-Yo soy buena, tranquilo, no te haré nada… ¿A dónde vas?

El lobo muy asustado, pero un poco más tranquilo le dijo:

-A comprar al mercado.

-Oh, qué casualidad, yo también iba. ¿Quieres que vayamos juntos?

El lobo le dijo:

-Mi hermana dice que no debo hablar con desconocidos.

-Venga hombre…….

El lobo tardó un poco en responder, y asintió con la cabeza. Se fueron rumbo al mercado.

Cuando ya estaban regresando, la bruja abrió la boca:

-Oye, se me ocurre una idea; ven a mi casa, que quiero invitarte a un chocolatito y a unas galletitas…

El lobo le dijo montones de veces que no y que no, pero la bruja le llevo a su casa, porque el lobo no se sabía el camino de vuelta hacia la suya.

La hermana se estaba empezando a preocupar por el lobo, estaba tardando mucho.

El lobo y la bruja llegaron a su casa, pero el lobo estaba muy extrañado por ver que no era su casa. Y la bruja, le encerró en un armario para comerle después.

La hermana, al ver que tardaba mucho, salió a buscarle. La hermana veía unas huellas que se parecían a las del lobo, y decidió seguir el rastro.

Al rato, la hermana llegó a la casa de la bruja y entró:

-¿Hay alguien?

La bruja al oír eso, la intentó coger, pero, de repente un pastor que estaba por ahí apareció y ayudó al lobo y a la hermana.

Al final la bruja se murió y todos fueron más felices aún, y el lobo aprendió una nueva lección; no se puede hablar con desconocidos ni ir con ellos a ningún lado.

                                       

                                                              FIN

                                                                                                              Violeta Díaz Bricio


EL LOBO Y LOS TRES CERDITOS.

      
En un ancho valle vivía un lobo.
      Un día el lobo dijo:


-Estoy muy preocupado, porque no hago más que jugar y cantar y no tengo en cuenta que pronto llegará el invierno. ¿Que haré cuando lleguen las nieves y el frío? Tendré que construirme una casa para vivir. Se dijo así mismo el lobo.

 

El lobo dijo que se iba hacer tres casas, la primera la hizo de paja para no trabajar tanto. La segunda iba  hacer de madera y clavos, un poco más resistente que la otra ya que se había esforzado un poco más. Y por último con un montón de esfuerzo se iba ha hacer una bonita casa con ladrillos y cemento bastante más resistente que las demás.


Pasó por aquel valle los tres cerditos, que eran unos animales malos. Al ver la casa de paja del lobo, decidieron capturarlo y comenzaron a perseguirle. El lobo se refugió en la casa temblando de miedo, los cerditos al ver la casa de paja, comenzaron a reírse.

- ¡Ja, ja, ja! Esto no podrá impedir que te coja maldito lobo -gritaban los tres cerditos mientras llenaban sus pulmones de aire.


Los tres cerditos comenzaron a soplar con tanta fuerza que la paja salió por los aires. Al ver esto, el lobo corrió hasta la casa de madera y clavos. Como era una casa de madera, se sentía seguro creyendo que los tres cerditos no podrían hacer nada contra él.
- ¡Ja, ja, ja! Esto tampoco podrá impedir que te coja, maldito lobo -volvieron a gritar los malvados cerditos.


De nuevo llenaron sus pulmones de aire y resoplaron con todas sus fuerzas. Toda la madera salió por los aires, mientras el lobo huía  muy deprisa a la casa de ladrillos y cemento.
Pensó: No me  preocuparé, aquí estaré seguro. Esta casa es fuerte, he trabajado mucho en ella -afirmó el lobo.


Los cerditos se colocaron ante la casa y llenaron, una vez más, sus pulmones. Soplaron y resoplaron, pero la casa ni se movió. Volvieron a hinchar sus pulmones hasta estar muy colorados y luego resoplaron con todas sus fuerzas, pero no lograron mover ni un solo ladrillo.


Desde dentro de la casa se podía escuchar cómo cantaba el lobo:
- ¿Quién teme a los cerditos, los cerditos, los cerditos? ¿Quién teme a los cerditos?
Esta canción enfureció muchísimo al los tres cerditos, que volvieron a llenar sus pulmones de aire y a soplar hasta que se quedaron abatidos. El lobo reía dentro de la casa, tanto que los cerditos se pusieron muy rojos de enfadados que estaban.


Fue entonces cuando, los malvados animales, se les ocurrió una idea: entrarían por el único agujero de la casa que no estaba cerrado, por la chimenea. Cuando subían por el tejado el lobo tenía mucho miedo, pero él así mismo se tranquilizó, le  iba a dar una gran lección a los cerditos. Puso mucha leña en la chimenea y le prendió fuego. Así consiguió que los tres cerditos huyeran.

 

 

                             FIN.

           

Autor: Tomás Daniel Rodríguez

         Rodríguez.


(LOs tres cerditos) LOS TRES LOBITOS

En el corazón del bosque vivían tres lobitos que eran hermanos. El cerdo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del cerdo, los lobitos decidieron hacerse una casa. El pequeño la hizo de hierba, para acabar antes y poder irse a jugar.

El mediano construyó una casita de paja. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él.

El mayor trabajaba en su casa de ladrillo.

- Ya veréis lo que hace el cerdo con vuestras casas- riñó a sus hermanos mientras éstos se lo pasaban en grande.

El cerdo salió detrás del lobito pequeño y él corrió hasta su casita de hierba, pero el cerdo se comió la paja porque tenía mucha hambre.

El cerdo persiguió también al otro lobito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero como el cerdo seguía con hambre, masticó la paja y la casita se  quedó descubierta. Los dos lobitos salieron pitando de allí.

Casi sin aliento, con el cerdo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor.

Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y ventanas. Los lobitos tenían mucho miedo, aunque sabían que la casa era muy segura. El cerdo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdo no cabía por allí, pues era demasiado gordo. El cerdo todavía desesperado y con mucha hambre se disfrazó de otro lobo y los lobitos le dejaron entrar, pero, luego el cerdo tiró a los lobitos a la chimenea encendida, los puso a calentar y un banquete celebró.

De los lobitos no se supo nada más y del cerdo tampoco, porque tanto que comió que su barriga le reventó.  

                                               HECHO POR:    SARA RODRÍGUEZ GONZÁLEZ. 


LOS  TRES  LOBITOS

Erase una vez, tres lobitos que vivían felices con su mamá loba en el bosque verde cercano al pueblo llamado Vallelucero. Su mamá los trataba con mucho cariño y les enseñaba muchas de las cosas que debían saber los lobos para poder subsistir. El papá lobo había muerto hacía un año. Había ido de caza y se acercó mucho al pueblo. Los granjeros pensaron que era el lobo que había estado entrando en distintos gallineros y le dispararon sin compasión.

Así que mamá loba estaba pendiente de ellos, los llevaba de caza, buscaba comida para todos, les enseñaba buenos modales y siempre les decía que no debían acercarse al pueblo. Intentaba que el lobito mayor, Remón, que era muy sensato cuidara de sus dos hermanos menores, el mediano Remén, muy juguetón, y el pequeñín Remín, el más travieso de todos.

Pasado el tiempo, cuando la mamá loba vio que sus tres hijitos, Remón, Remén y Remín, podían valerse por sí mismos, cogió su maleta y les dijo:

-Hijitos míos, este trozo de bosque se está haciendo demasiado pequeño para que vivamos todos. Yo puedo ir a otro más allá y vosotros podéis seguir aquí juntos hasta que crezcáis más. Os quiero mucho y no os acerquéis al pueblo.

Los tres lobitos no se lo esperaban. Le daban besitos a su mamá y le pedían que no se fuera. Tras mucho hablar entendieron que era natural que ellos emprendieran su camino y que su mamá se los ponía fácil marchándose ella y dejándolos en un lugar que conocían muy bien. Se despidieron entre lágrimas y con promesas de tener todos mucho cuidado.  

Un día de invierno salieron los tres lobitos de caza. No encontraban  ni un pequeño ratón, todos estaban bien escondidos en sus madrigueras intentando entrar en calor. Oyeron unos gruñidos lejanos que se iban acercando y muy atentos se dispusieron en un claro del bosque a abalanzarse sobre el animal que debía salir de los matorrales de un momento a otro. Pero lo que se acercaba era un cerdo negro con unos colmillos enormes más hambriento que ellos. Se dieron cuenta que no era uno de aquellos cerdos tranquilos de las granjas del pueblo sino que era un fiero jabalí. Este corría tras ellos tan deprisa que casi estuvo a punto de coger al pequeño Remín.

Cuando pudieron despistarlo decidieron que debían buscar un buen sitio para esconderse si aparecía de nuevo. Remón dijo que debían trabajar duro y construir una casa de ladrillos y cemento, fuerte para aguantar cualquier asalto. Pero Remén y Remín querían jugar y no estaban de acuerdo con su hermano mayor en trabajar tanto por un jabalí que a lo mejor no volvería.

Pasados unos días, volvió el jabalí y pudieron despistarlo de nuevo. La casa de Remón iba tomando forma pero todavía le quedaba terminar el tejado y poner puertas y ventanas. Fue entonces cuando Remén decidió hacerse una casa con ramas del bosque y Remín una con paja que encontró cerca de la carretera que bordeaba el bosque.

Los tres habían terminado sus casas. Remén y Remín fueron a ver la de su hermano mayor Remón. Había trabajado mucho y le había quedado muy bien. Era fuerte, con una puerta de madera muy dura, con ventanas que tenían unas puertas para cerrarlas por dentro si había peligro y una chimenea grande por donde saliera el humo cuando se cocinaba dentro. Remén y Remín no fueron capaces de reconocer la buena casa de su hermano Remón y los muy traviesos le dijeron que mientras él había trabajado tanto para nada, ellos se lo habían pasado de miedo y tenían unas casitas para esconderse muy chulas.

Después de merendar pinchitos de culebra y ratón a la plancha, Remén y Remín se despidieron del bueno de Remón. Atardecía ya cuando Remín se metió en su casa de paja y oyó cada vez más fuerte los gruñidos del negro jabalí. Tiritando de miedo pensó que metido en su casa no correría peligro. El jabalí empezó a olisquear y al darse cuenta que allí dentro de aquellas pajas había comida sabrosa, empezó a soplar tan fuerte que salió volando toda la paja por los aires. Remín corrió hacia la casa de su hermano Remén tan rápido como pudo y allí los dos se dijeron que nos les pasaría nada. Pero llegó más rabioso el negro jabalí y tras dar varias vueltas a la casa de Remén cogió aire y sopló, cogió más aire y sopló y sopló hasta que las ramas también salieron por los aires.

Los dos hermanos huyeron hacia la casa de Remón. Tocaron fuerte en la puerta y su hermano les abrió. Le contaron lo que les había pasado y cerraron las ventanas y la puerta con doble llave. Remón se dio cuenta que el único lugar que le quedaba al jabalí para entrar en su casa era la chimenea así que puso a calentar una gran olla con agua. El jabalí llegó más furioso que antes pero más contento, tenía allí metidos tres sabrosos y tiernitos lobitos. Empezó a coger aire, más aire, y a soplar,  soplar… No había manera de que los ladrillos y el cemento salieran volando. El jabalí estaba cansado de coger aire y soplar, y cuando se retiró para respirar mejor se dio cuenta que la casa tenía en el tejado una hermosa chimenea. Apiló unos troncos que había cerca pero tuvo que buscar otros más lejos para poder saltar al tejado. Cuando lo consiguió no tenía fuerzas para mantenerse en pie. Se acercó a la chimenea y cayó directamente a la olla que hervía y allí quedó, el pobre. Debía haber sido más inteligente y darse cuenta de sus posibilidades y emplear su fuerza para buscar presas menores.

Los tres lobitos aprovecharon la comida que les había caído del cielo y se quedaron a vivir en casa de Remón. Remén y Remín comprendieron que jugar y divertirse estaba muy bien al atardecer después de trabajar duro durante el día ayudando a su hermano Remón. Mamá loba no se había equivocado, Remón era el más sensato de los tres y juntos podrían salir adelante.

                                   FIN    

Ricardo Hernández González            6º B

El lobo rojo (Caperucita)


Erase una vez un lobo que vivía con su madre en un inmenso bosque
Un dia  la madre le dijo
-Coje una cesta para llevar algo de comer a tu abuelita que esta muy malita
Para llegar hasta la casa de la abuela el lobo tenía que atravesar el bosque
Su madre le hizo prometer que no hablaría con desconocidos
Pero en cuanto el lobo se adentró en el bosque apareció una niña que le pregunto con una voz meliflua
-¿Ha donde vas lobito?
Y el lobo olvidando la promesa que le hizo a su madre le respondió
- Voy a llevarle comida a mi abuelita porque está constipada y no puede levantarse de la cama
Entonces la niña le propuso hacer una carrera, el lobo aceptó  y  la niña empezó a correr tomando un atajo y llegó en un santiamén  a la cabaña de la abuela         
La abuela esperaba la visita de su nieto lobito.
No había cerrado la puerta,  a si que la niña  pudo entrar sin impedimento alguno.

La anciana  gritó pidiendo socorro e intento defenderse pero sus intentos fueron vanos

La niña se echó sobre ella y se la comió en menos que canta un gallo.

Una vez que hubo consumado su obra la niña  se vistió con la ropa de la pobre anciana

Y metiéndose en la cama y tapándose con las sábanas todo cuanto pudo se dispuso a esperar 

Cuando apareció  el lobo se extrañó del aspecto que presentaba su abuela a la que noto muy cambiada

Abuelita que orejas más grandes tienes

Son para oírte mejor

Abuelita que ojos mas grades tienes

Son  para verte mejor mi querido nietecito

Lobito estaba cada vez mas tranquilo

Oye abuelita ¿y esa nariz tan grande?

Es para olerte mejor nietito

La voz  de la lobito temblaba cuando dijo:

-Pero abuelita que boca tan grande tienes

Es para comerte mejor

Dijo la niña y saltando sobre el lobo se la comió de un bocado

Entonces cuando la niña salía de la cabaña el cazador oía unas voces que venían de su barriga pidiendo ayuda
Entonces el cazador le abrió la barriga a la niña y saco sanos y salvos a el lobito y a su abuelita. El cazador antes de coserle la barriga le metió piedras y cuando la niña fue al rió a beber agua se cayó,  el lobo y su abuelita daban gritos de alegría y también abrazaron al cazador y todos entraron a la cabaña a tomar un a rica merienda

 

Paula Fernández Goya  6ºB


  LA CABRA Y LOS SIETE LOBITOS.

 

Había una vez, en el claro bosque muy lejano, una casa pequeña pero muy desordenada.

A diferencia de lo que podría pensarse, en aquella casa no vivían ni enanitos, ni leñadores, ni princesas encantadas.

¡No! Quienes vivían en aquella casa eran siete rabiosos y feos lobitos junto con su mamá.

Esa mañana era una muy triste porque no había comida... tampoco había leña en el horno, solamente había ocho tazas de leche sobre la mesa.

La madre preocupada decidió ir al mercado, cuando estaba saliendo de casa vio a la vecina loba y le dijo con cautela...

-         No salgas de casa hay una cabra hambrienta rondando por el bosque...

La madre se dio la vuelta y volvió a casa y le advirtió a sus hijos muy preocupada:

-¡Cuidado con la cabra!- les dijo mamá loba-.

Con tal de comer, ella es muy egoísta es capaz de hacer cualquier cosa...

Los lobitos contestaron:

-         Sí, mamá, tendremos cuidado con la cabra.

La mañana siguiente, mamá loba tuvo que ir al mercado. Y una vez más advirtió a sus lobitos:

-¡Cuidado con la cabra!-

-Vete tranquila, mamá – dijeron casi a coro los siete lobitos

-No les abráis la puerta a nadie mientras yo esté fuera... –Insistió la madre.
 
-   Vete tranquila, mamá – repitieron los siete lobitos.

Cuando mamá loba se fue los lobitos empezaron a corretear  y jugar por toda la casa.

No había pasado mucho tiempo cuando unos golpes interrumpieron los juegos de los lobitos:

-         ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

El lobito mayor se acerco a la puerta y preguntó:

-¿Quién es?

-¡Abrid! ¡Abrid! Soy vuestra mamá...

-         No puede ser ¡... Tu voz es dulce y tierna y la voz de mamá es ronca y desagradable...

Y, por su puesto el lobito mayor no abrió la puerta.

La cabra volvió caminando a la vez que pensando como poder hacer su voz más ronca y desagradable.

Una vez que estuvo en su guarida, el tierno animal se preparó un vaso de anís para hacer que la voz se le quedara ronca.

-Ahora si que los engañare- tartamudeó la cabra.
 
Y se marchó otra vez rumbo a casa de los lobitos.
 
Los lobitos estaban jugando cuando de nuevo se oyó en la puerta:

-¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!

  El menor de los lobitos fue el primero en preguntar:

-         ¿Quién es?

-         Soy vuestra mamá... – Contestó la cabra con una voz muy ronca y desagradable -. ¡Abridme, queridos! ¡Abridme, que vengo muy cargada del mercado!

Uno de los siete lobitos  le dijo a la cabra:

-Enséñanos la mano por debajo de la puerta...

La cabra pasó la mano por debajo de la puerta

-         ¡No es mamá! Afirmó uno. Tu tienes las manos blancas y suaves y mamá tienes las uñas largas y las manos peludas.... ¡Vete y no vuelvas! Gritaron todos los lobitos.

Tras otro fracaso la cabra volvió a su guarida mientras pensaba como poder tener las manos peludas, grises...

La cabra se puso las manos a la obra.... Se pintó las manos de gris y se pego picos de rosas como uñas.

Y de nuevo se fue hacia la casa de los lobitos.

-¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!- Volvió a oírse en la puerta- ¡Abridme, queridos soy vuestra madre!

-Pasa tu mano por debajo de la puerta-Dijeron a coro los lobitos.

Solamente ver la mano peluda con las uñas largas el lobito abrió la puerta... Al ver que era la cabra,  todos salieron corriendo, todos salieron de la casa excepto el más pequeño que se escondió debajo de la cama...

Cuando el lobito oyó a la cabra llorando salió de su escondite y le pregunto:

-¿Qué te pasa?

La cabra triste contestó:

-Yo solo quería pedirles comida por que no me gusta la hierba y pensé que quizás me darían un poco de pan.

El lobito se fue corriendo a la cocina y le preparó una taza de leche y  pan crujiente.

Justo cuando la cabra empezó a comer llego la mamá loba  y cuando vio a la cabra se preocupó mucho, pero el lobito pequeño le explicó todo lo que había pasado y desde ese día la cabra fue todos los días a desayunar con la familia.

                                                                                                                        Paola

                          FIN.