jueves, 11 de abril de 2013


EL LOBO Y LOS TRES CERDITOS.

      
En un ancho valle vivía un lobo.
      Un día el lobo dijo:


-Estoy muy preocupado, porque no hago más que jugar y cantar y no tengo en cuenta que pronto llegará el invierno. ¿Que haré cuando lleguen las nieves y el frío? Tendré que construirme una casa para vivir. Se dijo así mismo el lobo.

 

El lobo dijo que se iba hacer tres casas, la primera la hizo de paja para no trabajar tanto. La segunda iba  hacer de madera y clavos, un poco más resistente que la otra ya que se había esforzado un poco más. Y por último con un montón de esfuerzo se iba ha hacer una bonita casa con ladrillos y cemento bastante más resistente que las demás.


Pasó por aquel valle los tres cerditos, que eran unos animales malos. Al ver la casa de paja del lobo, decidieron capturarlo y comenzaron a perseguirle. El lobo se refugió en la casa temblando de miedo, los cerditos al ver la casa de paja, comenzaron a reírse.

- ¡Ja, ja, ja! Esto no podrá impedir que te coja maldito lobo -gritaban los tres cerditos mientras llenaban sus pulmones de aire.


Los tres cerditos comenzaron a soplar con tanta fuerza que la paja salió por los aires. Al ver esto, el lobo corrió hasta la casa de madera y clavos. Como era una casa de madera, se sentía seguro creyendo que los tres cerditos no podrían hacer nada contra él.
- ¡Ja, ja, ja! Esto tampoco podrá impedir que te coja, maldito lobo -volvieron a gritar los malvados cerditos.


De nuevo llenaron sus pulmones de aire y resoplaron con todas sus fuerzas. Toda la madera salió por los aires, mientras el lobo huía  muy deprisa a la casa de ladrillos y cemento.
Pensó: No me  preocuparé, aquí estaré seguro. Esta casa es fuerte, he trabajado mucho en ella -afirmó el lobo.


Los cerditos se colocaron ante la casa y llenaron, una vez más, sus pulmones. Soplaron y resoplaron, pero la casa ni se movió. Volvieron a hinchar sus pulmones hasta estar muy colorados y luego resoplaron con todas sus fuerzas, pero no lograron mover ni un solo ladrillo.


Desde dentro de la casa se podía escuchar cómo cantaba el lobo:
- ¿Quién teme a los cerditos, los cerditos, los cerditos? ¿Quién teme a los cerditos?
Esta canción enfureció muchísimo al los tres cerditos, que volvieron a llenar sus pulmones de aire y a soplar hasta que se quedaron abatidos. El lobo reía dentro de la casa, tanto que los cerditos se pusieron muy rojos de enfadados que estaban.


Fue entonces cuando, los malvados animales, se les ocurrió una idea: entrarían por el único agujero de la casa que no estaba cerrado, por la chimenea. Cuando subían por el tejado el lobo tenía mucho miedo, pero él así mismo se tranquilizó, le  iba a dar una gran lección a los cerditos. Puso mucha leña en la chimenea y le prendió fuego. Así consiguió que los tres cerditos huyeran.

 

 

                             FIN.

           

Autor: Tomás Daniel Rodríguez

         Rodríguez.

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