jueves, 11 de abril de 2013


RoCaperucita Negra.

ÉRASE UNA VEZ UN LOBO MUY BUENO QUE SE LLAMABA RODOLFO POR LA PIEL MARRÓN QUE TENIA QUE SE LA HABÍA DADO LA VIDA.

UN DÍA SU MADRE LE DIJO:

-          HE PREPARADO ESTOS PASTELES Y ESTE TARRO DE MERMELADA PARA TU ABUELITA, LA POBRE ESTÁ ENFERMA EN LA CAMA.

SE LO LLEVARAS EN UNA CESTA. Y EL LOBO, QUE ES MUY CARIÑOSO Y OBEDIENTE, COGIÓ LA CESTA Y SALIÓ HACIA LA CASA DE LA ABUELITA.

LA ABUELITA VIVÍA AL OTRO LADO DEL BOSQUE. EL LOBO SE ENCONTRÓ POR EL CAMINO CON UNA NIÑA LLAMADA CAPERUCITA NEGRA, MÁS HAMBRIENTA QUE NUNCA.

-¿CÓMO TE LLAMAS Y ADONDE VAS, PEQUEÑO?

- SOY EL LOBO Y VOY A VER A MI ABUELITA ENFERMA, QUE VIVE JUNTO AL MOLINO VIEJO.

EL LOBO ECHÓ A CORRER POR EL CAMINO MÁS CORTO Y ENSEGUIDA LLEGÓ A CASA DE LA ABUELA.

-SOY EL LOBO - DIJO CAPERUCITA DESDE LA PUERTA

CAMBIANDO LA VOZ -, TE TRAIGO UNOS PASTELES.

-ENTRA, QUERIDA NIETA – CONTESTÓ ELLA.

LA MALVADA CAPERUCITA SE ABALANZÓ SOBRE LA VIEJECITA Y SE LA COMIÓ DE UN BOCADO. POCO DESPUÉS LLEGÓ EL LOBO A LA CASA Y LLAMO A LA PUERTA.

-¿QUIÉN ES? –DIJO CAPERUCITA.

-SOY EL LOBO Y TE TRAIGO UNOS PASTELES Y MERMELADA.

¡PERO QUÉ RONCA ESTÁS!

-NO HAGAS CASO, PEQUEÑO,

ES EL REFRIADO QUE TENGO.

PASA Y CIERRA.

EL LOBO SE METIÓ EN LA CAMA

PARA DAR CALOR A SU ABUELITA,

Y AL VERLA TAN CERCA EXCLAMÓ:

-¡ABUELITA, QUÉ BRAZOS TAN GRANDES TIENES!

-ES PARA ABRAZARTE MEJOR –RESPONDIÓ CAPERUCITA.

-PERO ABUELITA, ¡QUE OREJAS TAN GRANDES TIENES!

-SON PARA OÍRTE MEJOR, PEQUEÑO.

¿Y ESOS ENORMES DIENTES? –DIJO ASUSTADO.

-¡SON PARA COMERTE MEJOR!

Y LA FEROZ NIÑA SE ARROJÓ SOBRE EL ANIMAL PARA COMÉRSELO.

EL LOBO, MUERTO DE MIEDO, PIDIÓ SOCORRO.

POR SUERTE, UNOS LAYADORES OYERON LOS GRITOS

Y MATARON A LA TERRIBLE CAPERUCITA NEGRA.

DESDE ESE DÍA, EL LOBO ADVERTÍA A SUS AMIGOS

SOBRE LAS MALAS COMPAÑÍAS, COMO LA DE LA NIÑA.

                                                                                          Alejandra Pérez Rodríguez.


Había una vez un lobo chiquitito que vivía un bosque. En ese bosque vivía también una niña mala a la que su madre le había hecho una capa roja, por lo que todos la llamaban así, Caperucita Roja.

Un día, la madre de Lobito le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí Caperucita.

Lobito recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. Tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...

De repente vio a Caperucita, una niña pequeña, que parecía inofensiva, delante de él.

- ¿A dónde vas, lobo bonito?- le preguntó ella con una voz dulce

- A casa de mi Abuelita- le dijo Lobito.

- No está lejos- pensó Caperucita para sí, dándose media vuelta.

Lobito puso su cesta en la hierba y se entretuvo oliendo flores: - Caperucita se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.

Mientras tanto, Caperucita se fue a casa de la Abuelita, raspó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Lobito. Un zorro que pasaba por allí había observado la llegada de Caperucita.

Caperucita pegó y robó joyas a la Abuelita. Luego, se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Lobito llegó enseguida, todo contento.

Lobito se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.

- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más pequeños tienes!

- Son para verte mejor- dijo caperucita tratando de imitar la voz  lobuna de la abuela.

- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más pequeñas tienes!

- Son para oírte mejor- siguió diciendo ella.

- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!

- Son para... ¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, la malvada Caperucita se abalanzó sobre Lobito y lo encerró en el mismo armario en el que había metido a la abuelita.

Mientras tanto, el zorro se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones de Caperucita, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita del Lobo. Pidió ayuda a unos amigos y los juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y a Caperucita tumbada en la cama, dormida de tan cansada que estaba.

El zorro cogió un trozo de cinta y lo pegó en la boca de Caperucita. A continuación, sacaron a  la Abuelita y Lobito del armario.

Para castigar a la mala Caperucita, el zorro la colgó de un árbol. Cuando despertó de su pesado sueño, se vio colgada del árbol, y a los animales riendo. Gritó y gritó, pero nadie le hizo caso y allí se quedó.

En cuanto a Lobito y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Lobito había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

FIN

Omar


Lucía Cas Afonso
 

LOS TRES LOBITOS

(Los tres cerditos)

 
       Érase una vez tres lobitos hermanos que querían construir sus propias casas. El primero, como sólo quería jugar al fútbol, construyó su casita de paja en muy poco tiempo. El segundo, como sólo quería tocar la guitarra, construyó su casita de madera y tuvo que trabajar un poco más que su hermano. Y el tercero, como era muy trabajador, construyó una casa de bloques de cemento muy fuerte y bonita, y éste fue el que más tardó.

 
       Un día, el cerdo feroz estaba hambriento. Encontró la casa de paja donde vivía el primer lobito. Entonces comenzó a soplar con sus potentes pulmones hasta que la derribó. El lobito, muy asustado, corrió a refugiarse a la casa de madera de su hermano. El cerdo feroz persiguió al lobito, llegó a la casa de madera y comenzó a soplar hasta que la derribó. Entonces los dos lobitos fueron corriendo a la casa de bloque de su hermano. El cerdo feroz persiguió a los dos lobitos y llegó hasta la casa de bloque. Sopló, sopló, sopló… pero no consiguió derribarla. Los tres lobitos estaban salvados. Pero el cerdo, muy enfadado, no se rendía. Subió a la chimenea, bajó por el hueco y al llegar se quemó el trasero. Saltó tan alto dando un gran chillido que desapareció para siempre.

 
       Desde aquella triste historia los lobitos más perezosos decidieron construir sus casitas de cemento, aunque tuviera que llevarles más tiempo y esfuerzo.

Una Blancanieves un poco malvada


Cuenta la historia que en un país muy lejano vivía una chica llamada Blancanieves. Ésta es malvada y muy celosa, vivía con su madrastra que es todo lo contrario a ella.

Blancanieves al estar acostumbrada a verse como la buena se repetía constantemente:

-        Porque han cambiado los papeles, ya no soy la más hermosa.

Ella se encontraba supertriste  ahora que  no era la más hermosa del pueblo, ahora era una de las malas.

En cambio la madrastra se repetía una y otra vez:

-        Por fin soy yo la buena y la más hermosa del cuento.

Ella se encontraba  superbien, siempre ha querido ser la buena, por fin lo consiguió.

Pero un día Blancanieves se hartó de ser la mala y empezó unos planes para que la madrastra muriera y ella volviera a ser la buena y la guapa del pueblo.

El día 27 de febrero Blancanieves ya había acabado sus planes y estaba lista para cumplirlo:

1º trampa: La típica: excavar un agujero y taparlo con ramas.

-        Este seguro que funciona todo el mundo cae en esta trampa, nunca mejor dicho.

Decía Blancanieves, pero la Madrastra paso de largo y Blancanieves histérica se preguntaba:

-        ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no ha caído en la trampa? Bueno todavía quedan dos trampas más para que se vaya.

Los otros dos planes también habían fallado. En el  último plan la madrastra se paró y le preguntó a Blancanieves:


-        ¿Por qué no quieres que sea buena? ¿Por qué no me dejas disfrutar de este momento?

  Blancanieves triste le contesto:

-        Yo estoy  acostumbrada a ser la buena y me siento triste de no ser la más hermosa sino una de las feas.

-        Ya sabes por lo que paso yo día tras día sabiendo que tú eres la más guapa y yo sea la fea.

Contesto la madrastra.

-        Gracias te voy a dejar disfrutar de este momento.

Y así la madrastra y Blancanieves se hicieron muy amigas y Blancanieves dejo disfrutar a la madrastra el momento que le dieron.
De: Estefanía García Hernández 6ºB  



Los tres cerditos-Los cerditos cobardes

Erase una vez, una señora cerdito, que tenía dos hijos, la señora cerdito trabajaba mucho, pero tenía un problema, sus hijos eran muy cobardes y siempre tenía que dejarlos con una niñera, pero los cerditos crecieron, y la cosa seguía igual.

Hasta que un día la señora cerdito muy cansada le dijo  sus hijos que ya eran grandes y que se tenían que ir de casa, incluso le presentaba a chicas cerditas, pero ellos se sentían tan bien en casa  que no querían conocerlas. Los cerditos le dijeron a su madre que ellos tenían tanto miedo, y sobre todo por el lobo. Pero lo que ellos no sabían era que el lobo no comía cerditos, el lobo era vegetariano y solo comía verduras y que se pasaba el día tumbado al sol junto a la colina.

Pero aunque la mama cerdito se lo explicaba a sus hijos, ellos seguían igual, y así pasaba el tiempo. Hasta que un día la señora cerdito decidió que la que se marchaba era ella. Así que dejo la casa a sus hijos cerditos y se fue ella a vivir a otro barrio, pero a pesar de que sus hijos ya eran mayores, se mudaron con ella, así que la mama cerdito no tuvo más remedio que aceptarlos pues le daba mucha pena que sus hijos fueran tan cobardes.                                   

Ancor


EL LOBO Y LOS TRES CERDITOS.

Erase una vez un lobo muy tranquilo que vivía solo pero tenía muchos amigos. Por donde él vivía habían tres cerditos que siempre le estaban fastidiando. Un día al llegar a la casa vio al los tres cerditos huyendo mientras la casa del lobo se caía al suelo. Por allí no había ninguna tormenta, así que se dio cuenta de que se la habían tirado los cerditos. Al día siguiente paso lo mismo y al otro, y al otro, y al otro……..

Entonces al lobo se le ocurrió la idea de hacer una casa de paja que no la podrían tirar pero se equivocó porque si se la tiraron. Por eso, entonces, luego construye una de madera que esa ya es imposible de tirar pero los cerditos pudieron con la casa. El lobo sin saber lo que hacer, hizo la casa de ladrillos. El lobo estaba dentro de la casa cuando llegaron los tres cerditos a tirársela, estaban soplando pero la casa seguía en pie. Entonces el lobo vio a los cerditos subiendo al tejado para meterse por la chimenea e intentar votársela. Dentro el lobo encendió la chimenea, puso un gran caldero de agua caliente encima del fuego y cuando los cerditos bajaron se quemaron, salieron huyendo y el lobo fue feliz con su casa de ladrillos que nadie podía tirar.

AUTOR: ALBERTO GLEZ PÉREZ.


El Hada Azul

Había un hada en un pueblito llamado Hadalandia, con muchas hadas que vivían en paz, contentas…

Pero un día vino a la vida una nueva hada de color azul. Ningún hada no quería a esa hada porque no era del mismo color.

Todas las hadas la recibían muy mal, la pequeña hada se sentía mal porque desde que nació ya la estaban insultando por el color.

Meses después, todavía, seguían insultándola y echándola del reino de las hadas. El hadita aprendió a hablar y les dijo a todos lo que pensaba de cómo la trataban. El hada soltó todo pero no le hacían caso.

Semanas después, todas las hadas se pusieron de acuerdo para decirle lo siento por tratarla mal porque todos somos iguales y nadie es mejor que nadie.

Cuando le llamaron, el hadita salió y se puso a llorar de emoción. No sabía qué hacer de la emoción. Ella les perdonó a todos, pero no fue porque el hada se lo dijo, fue porque unos a otros se dieron cuenta lo valiosa que era esa hadita. Entonces el hada pequeña y todas las hadas pudieron vivir tranquilas.

Pero eso no fue todo, el día de la elección de la reina de su reino.

Ese día había llegado la pequeña hada que se había presentado a la elección de la reina pero los jurados dijeron que era muy pequeña. Un jurado le dijo que no importa la altura si no la belleza por dentro y los jurados vieron la razón del otro jurado;  al final de todo la dejaron concursar. Cuando ya estaban a punto de anunciar a la reina, el hada les dijo unas palabras a las demás hadas – me da igual quien gane, yo no quiero ganar, si gano, gano, pero no vengo a ganar, vengo a divertirme y a hacer amigos, ya sabéis que quien gane seguiré siendo su amiga-.

Cuando ya la habían elegido empezaron a sacar las flores y las bandas y dijeron todos juntos – Y la ganadora es (sonando redoble de tambores) el ¡hadita azul! El hadita toda contenta, llorando, emocionada… le dijo a todo el mundo –muchísimas gracias por elegirme pero mis compañeras estaban mucho mejor- las compañeras que se presentaron les dieron la felicidades. Años después el hada ya tenía 5 años y tenía muchas amigas. Nunca volvió a pasar eso.

 Yanira Ravelo.